Por una ecología social y radical

 


La Carta Indignada, que reproducimos en la entrada anterior, ha tenido una notable repercusión mediática. Reproducimos aquí la presentación de su publicación el 19 de junio en el  Atelier d'Écologie Sociale et Communalisme

Negrita y espaciado son nuestros.

La reproducimos aquí porque nos parece un certero diagnóstico de la difícil encrucijada en la que nos encontramos todos los que queremos detener la Megamáquina en su camino acelerado hacia el desastre.


Nos encontramos sin duda alguna ante el período más oscuro de la humanidad, no solamente en cuanto a los dramáticos peligros a los que estamos abocados por la dinámica insaciable y obligada de la Megamáquina capitalista (sujeto autómata), esa de « crecer y morir », esa que destruye en su guerra perpetua sin detenerse un solo segundo, obstinándose en convertirlo todo, hasta los seres humanos, en mercancía, o sea en algo muerto. Lo peor de todo es que estamos en una ausencia total de fuerzas capaces de detener esa lógica mortífera y ello principalmente por tres razones.

En primer lugar los partidos políticos viven del dinero que genera esa Megamáquina, moviéndose en su cabina de pilotaje y participando de hecho al rapto de la potencia colectiva. Con lo cual, en segundo lugar, estas marionetas movidas por las cuerdas de los lobbies, se pinten del color que se pinten, no hacen más que ocupar el lugar más emblemático del plató mediático y el de la sociedad del espectáculo que nos distrae a más no poder. Ese mismo plató mediático es quien extiende luego su influencia por doquier gracias a los bulos y la frenesí de las redes sociales. Y, por si fuera poco, en tercer lugar ese proceso de valorización del valor, como petróleo derramado en pleno mar, contamina hasta quienes se oponen a sus fechorías en los medios más insospechados de los movimientos sociales. 

Más allá de los sindicatos que a nadie se le escapa que están comprados, los ecologistas tampoco se apartan de esas prácticas, sobre todo en el estado español, como asó lo denuncian los Ecologistas Indignados en estas páginas que siguen y como así también lo advertía justamente Alfredo Apilánez en su libro, «Los vicios del Ecologismo» que aquí presentamos brevemente. Y es que ¿por qué nos vamos a lanzar en un análisis exhaustivo del corazón de la bestia? Ya que es esa misma la que nos da de comer. 

Sin ese análisis y una férrea voluntad de morderle al cuello a la Megamáquina para acabar con ella, seguiremos objetivamente apoyándole, oscureciendo más y más el horizonte de la emancipación y de la vida, esa misma que sí puede ser bella. Esas trampas son las que la Ecología social, siempre ha denuncia desde el principio y sigue haciéndolo Y es que este previo análisis lúcido es el único que nos permitirá desdibujar un horizonte esperanzador y vivo y un movimiento consecuente para alcanzarlo.

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