DIEZ RAZONES CONTRA UN MODELO DE IMPLANTACIÓN DEL BIOGÁS ( aunque hay más)


Vecinos de Fuentelcésped (Burgos). Procedencia

El posicionamiento vacilante al que estamos asistiendo en nuestro país por parte de partidos de izquierda y grupos ecologistas dentro del llamado G5 frente a esta nueva burbuja pone de manifiesto las insuficiencias de las apuestas transaccionales por una supuesta transición energética. Este artículo incide sobre el fondo del problema en esta nueva burbuja, similar a las del resto de supuestas energéticas renovables, poniendo el foco sobre las dimensiones del sistema que las sustentan: búsqueda exclusiva de la rentabilidad y el beneficio privado; desmesuradas dimensiones al servicio de ese objetivo básico; desprecio a las comunidades locales que se oponen a las falsas promesas de las empresas; y protagonismo de las grandes empresas y fondos de inversión, que utilizan estos proyectos para embolsarse los generosos fondos europeos y hacer greenwashing en nombre de un imposible crecimiento verde. 

Antonio Jorge San Vicente
  1. Aunque la biodigestión sea la forma más eficiente y sostenible de tratamiento de los residuos orgánicos, no se puede abordar el problema únicamente desde el punto de vista de un residuo con el que tenemos que hacer algo, desde el ecologismo se tiene que ampliar el foco a como evitar la producción desmesurada de demasiados residuos y sobre todo de determinado tipo de estos, ya que si no, estaremos empezando la casa por el tejado. Desde muchos ámbitos, se está defendiendo las plantas de biogás como solución a un mal mayor que son las emisiones contaminantes de los restos que producimos, pero esto nos colocará en otro círculo vicioso: “¿si los restos son rentables , para qué dejar de producirlos?”, y de esto el ecologismo ya tiene experiencia tras apoyar el sueño imposible del coche eléctrico y las grandes plantas fotovoltaicas o eólicas, que sólo han venido a satisfacer las necesidades de perpetuarse de las empresas dueñas del oligopolio energético.
  2. Hay que diferenciar que una cosa es una buena gestión de residuos para evitar problemas ambientales y emisiones de GEI, y otra una actividad económica que busca su rentabilidad por el valor añadido que le puede dar a los residuos, que es la gestión de estos y la obtención de energía. Si creamos y apoyamos plantas que , sobredimensionadas son capaces de obtener una gran rentabilidad tanto en gas como en gestión, seguiremos impulsando un mercado capitalista que es en su origen el responsable de nuestra situación y no abordaremos el principal problema que es la enorme generación de residuos de actividades con altas emisiones de GEI. Resulta muy difícil de casar un discurso a favor del cambio de modelo agroganadero y alimentario con otro a favor del modelo de biogás que precisamente se basa en el agroganadero y alimentario vigente y que tanto denostamos. Ambos discursos son sencillamente incompatibles .
  3. Las leyes de la termodinámica nos enseñan que nunca vamos a obtener de un sistema más energía de la que ese sistema cuenta y dispone, sino que al contrario, siempre habrá una pérdida. Por ello nos tenemos que hacer a la idea de que nunca recuperaremos en forma de biometano la energía total del proceso hasta que el residuo llega a una planta. De la misma manera, tenemos que abandonar el espejismo de que las renovables pueden cubrir la misma demanda que cubrían las fósiles , con lo cual es inapelable un escenario de decrecimiento y redistribución de los recursos.
  4. No se puede acusar a las comunidades locales que se oponen a las plantas de biogás de retrógradas ni de poco informadas, teniendo en cuenta que muchas comunidades habían sufrido ya las primeras plantas de biogás que si se caracterizaban por algo era por la desastrosa gestión y las emisiones tanto de olores como de gases. Sabemos que la tecnología se ha afinado, pero la desconfianza es completamente comprensible, todo el mundo desconfía de quien le vende euros a cincuenta céntimos.
  5. Siempre hay que tener en cuenta que las comunidades locales de los pequeños pueblos ya tienen un sentimiento de que están abandonadas y sólo se recurre a ellas cuando se quiere obtener algo, y por desgracia esto es una realidad inapelable, no se les hacía caso cuando protestaban por la contaminación y los olores y ahora se acude a abrazarlas para convencerlas de que es bueno instalar una planta para explotar sus residuos y llevarse la producción del gas a los grandes centros urbanos e industriales. Seguro que si supieran que la energía que se produce en su planta les pertenece , no se opondrían tanto, pero esto se contrapone frontalmente a las pretensiones de las empresas que impulsan las plantas que lo que quieren es negociar con esa producción ofreciéndola al mejor postor.
  6. Por bien diseñadas que estén, el tamaño de la planta tiene una relación directa con las dificultades de gestionar los problemas que se puedan generar, por ello no creo que nunca se deban apoyar plantas de gran tamaño. No son descartables las paradas, la quema en antorcha o cientos de otras incidencias , entre las que se cuenta los lodos no suficientemente digeridos .
  7. Las comunidades locales tienen sobrados motivos para desconfiar de las promesas de unos promotores que acuden ofreciendo oro cuando a nadie se le escapa que lo hacen para la obtención de beneficios. Es de todos sabido que grandes compañías como Naturgy, no sólo han contribuido y siguen contribuyendo de manera decisiva al calentamiento mediante la quema de gases fósiles , sino que practican políticas tan dudosas como facturar usando valores estimados o pedir compensaciones millonarias al gobierno y por ende a todos los españoles por la menor producción eléctrica de sus embalses ( nada menos que 17,3 millones de euros). Con Enagas, propietaria de la red de distribución podemos decir otro tanto. Pero no están solas , las acompañan en esto Repsol, y como no, todos los fondos de inversión llegados al sector , que mientras las fósiles eran rentables no tenían reparos en sostenerlas ( y todavía lo siguen haciendo) .
  8. Nunca hay que confundir a la empresa promotora de una planta de biogás, que puede diseñar aceptablemente su producto, y la empresa encargada de la operación y gestión de la planta, en este mundo de la energía, las subcontratas y la volatilidad de mercado están garantizados, y si a la operadora no le salen las cuentas, a buen seguro que recortará en medidas , tanto de seguridad como de limpieza del proceso.
  9. Las grandes empresas, dígase Repsol, Endesa, Enagás, Naturgy y un largo etcétera no tienen entre sus finalidades el cuidado medioambiental al regirse por leyes de mercado y de obtención de beneficios, por ello ahora lo que se está desarrollando es una lucha encarnizada por posicionarse en un mercado que promete hegemonía al que mejor parado salga de la competencia brutal.
  10. Por muy necesaria que sea la energía, lo es todavía más la biodiversidad y el bienestar de las personas, y por tanto no se puede obligar a una comunidad local a asumir una planta que a quien va a beneficiar de verdad es a grandes empresas por una parte y a grandes núcleos urbanos o de producción. La mínima consideración que debería tener cualquier planta es situarse lo más alejada posible de los núcleos habitados, teniendo en cuenta de que en ellas se almacena y trata un gas altamente inflamable. Esto, debido a la ausencia total de normativa , no se está cumpliendo y queda a criterio de los diferentes órganos ambientales.


    LAS DECLARACIONES DE LOS GRANDES PENSADORES DEL MUNDO FINANCIERO NO DEJAN LUGAR A DUDAS DE SUS INTENCIONES: “ NO HABRÁ CRECIMIENTO VERDE SIN CRECIMIENTO ECONÓMICO” ( Ana Botín ), pero ¡Ay! , y si lo que sucede es que si hay crecimiento económico, no quedará tiempo para el crecimiento verde.

    Antonio Jorge San Vicente

    Ecologistas en Acción de la Manchuela.

    Plataforma Stop Ganadería Industrial

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